lunes, 6 de mayo de 2013

Revista Panamericana de Salud Pública


Revista Panamericana de Salud Pública

Print version ISSN 1020-4989

Rev Panam Salud Publica vol.5 n.4-5 Washington Apr. 1999

http://dx.doi.org/10.1590/S1020-49891999000400015 

El maltrato de las mujeres en edad fecunda en Nicaragua


El maltrato de la mujer por el marido es un problema de salud pública cada vez más preocupante en todas partes del mundo. Si bien no hay muchos datos sobre su prevalencia, se ha estimado que en la mayor parte de los países entre 20 y 50% de las mujeres han sido maltratadas físicamente por su compañero de intimidad. El maltrato de la mujer está asociado con una variedad de resultados de salud desfavorables tanto para la mujer como para sus hijos; entre ellos trauma, bajo peso al nacer, padecimientos ginecológicos, depresión, suicidio y enfermedades de transmisión sexual. Son pocos los estudios que mencionan factores de riesgo significativos que apunten hacia el maltrato de la mujer, pero algunos se han asociado repetidamente con la violencia en el varón; por ejemplo, haber presenciado actos de violencia en la niñez, la pobreza, el estrés, el consumo de alcohol y las normas culturales que discriminan contra la mujer. En Nicaragua ha aumentado considerablemente la conciencia del problema, lo que se debe en parte al número cada vez mayor de organizaciones gubernamentales que proporcionan servicios de salud, psicológicos y legales a las mujeres maltratadas, y trabajan para mejorar las leyes y la política pública relacionadas con la violencia en el hogar. Aunque la incidencia del maltrato de la mujer por el compañero ha aumentado, por falta de datos poblacionales no se sabe si ello refleja un verdadero aumento o la mejor disponibilidad de información. 
En la primera encuesta poblacional llevada a cabo en Nicaragua sobre este tema se midieron la prevalencia, la frecuencia e intensidad del maltrato físico de la mujer y los factores de riesgo asociados. Ese estudio transversal se basó en una muestra representativa de 488 mujeres de 15 a 49 años de edad residentes en León, la segunda ciudad del país en tamaño, con una población de 195 000 habitantes. La prevalencia y la intensidad de la violencia se midieron con la escala denominada Conflict Tactics Scale [Escala de Tácticas de Conflicto], que se considera de alta validez conceptual para ese tipo de estudios. En ella se clasifican ocho actos según su gravedad. Se consideran actos de mediana violencia empujar a la persona, abofetearla y arrojarle objetos; y de intensa violencia darle puntapiés, pegarle con el puño cerrado, pegarle con algún objeto, darle "una paliza" o amenazarla con un cuchillo o arma de fuego. El maltrato se definió como haber experimentado en cualquier momento uno o más actos de violencia física a manos del compañero de intimidad presente o pasado. Se usó un cuestionario para recoger la información sobre escolaridad y datos familiares. El nivel socioeconómico se midió mediante la valoración de necesidades básicas. Todas las participantes fueron entrevistadas en privado por trabajadoras que habían recibido instrucción apropiada y a todas se les entregó un folleto educativo sobre la violencia doméstica y se les ofreció orientación personal gratuita.
Entre las 360 mujeres que habían estado casadas alguna vez, la prevalencia de la violencia por parte del compañero durante el ciclo de vida ascendió a 52%. Además, 27% habían experimentado violencia en los 12 meses anteriores. La violencia se asoció significativamente con la pobreza, tener más de cuatro hijos, vivir en la ciudad y antecedentes de violencia en la familia de ella o del marido. No se hallaron asociaciones significativas entre la violencia y la edad, escolaridad, dependencia marital u ocupación de la mujer. Los autores concluyen que el maltrato de la esposa constituye un grave problema de salud pública en Nicaragua y es preciso tomar medidas urgentes para prevenirlo y tratar a las víctimas. (Ellsberg MC, Peña R, Herrera A, Liljestrand J, Winkvist A. Wife abuse among women of childbearing age in Nicaragua. Am J Public Health 1999;89:241-244).

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